Majestuoso valle del Penderisco,
Donde con sutileza se dilatan,
Desarrugándose compasivas
Las montañas de mi Antioquía.
He visto desde lo alto de la cima,
Los coqueteos de musas a tus orillas
Que serpentean formando meandros
Heráldicos que incitan al amor.
Sobre el valle extenso y fértil,
¡Como los abuelos de nuestra raza!,
Pululan los cultivos en el tiempo,
Como símbolo de despensa soberana.
En tu territorio como madejas
Se entretejen las bravías esperanzas
De un futuro brillante como en antaño,
!Eres despensa de un mundo desolado!.
Con adrenérgicas caricias
He navegado las nebulosas aguas
Con permanentes sedimentos,
Aposento vivífico de eterna juventud.
Cala el frio de tus entrañas
Cual cincel de fino tallar,
Los músculos se vuelven roca
Y el físico con el tiempo lo vivirá.
En eclipsadas aguas do escruta lento el sol
Arrieros campesinos labran preciado material
Y cargado en desafiantes corceles de plata,
Levantan vuelo en carruajes pletóricos de nacar.
Puentes colgantes se deslizan uniendo el valle,
Imagen viviente de travesías a escondidas
Sobre las selvas Antioqueñas y chocoanas;
Pasadizos de muladas, recuas rumbo a Quibdó.
Historias de perdidos gnomos sobre tu suelo,
Historias de legendarios paisas héroes de ayer,
Leyendas de terroríficos y oscuros espantos,
De míticos aborígenes que desde su cielo te ven.
Postró con mis versos ante la verdad divina,
La felicidad de volver tus entornos a ver,
De cargar de dicha mi espíritu por explorar
Los meandros y rendirme por siempre a tus pies